Siempre
he odiado el protagonismo. Por eso, cuando fallecí, opté por no contárselo a
nadie. Además, nadie me preguntó, por lo que todo indica que la muerte es algo
sobrevalorado si lo comparamos con la Prima de Riesgo o el Bono Alemán, del que
continuamente se habla. La única que parece haberse percatado de que algo ha
cambiado es mi mujer. Está sorprendida porque ahora como frutas y verduras,
mientras que antes era 100% carnívoro. Para colmo, dice que me ve más guapo que
hace unos meses y que mi halitosis ha desaparecido. Total, que ahora hacemos el
amor cuatro veces por semana, con desespero, como si no hubiera un mañana.
Al
final mis padres van a tener razón cuando dijeron que nuestro matrimonio
necesitaba de un milagro para revivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por comentar ! Y recuerda: sé constructivo, por favor...