sábado, 13 de diciembre de 2014

ETOBER LAROPMET

Tras las campanadas, todos comenzamos a marchar hacia atrás. Lo hacíamos muy rápido, como en esas películas VHS que uno rebobina a su antojo. Al instante me vi recorriendo diciembre, noviembre, octubre... En todo momento era consciente de lo que sucedía, pero no podía hacer nada para detenerlo. En esa especie de “yo” sin “mí”, pude analizar el año vivido: la paliza a mi hijo adolescente por fumar en el baño, el revolcón con mi compañera de inglés, la mirada de superioridad al vagabundo, el gimoteo de mi mujer por menospreciarla, las excusas para no visitar a mi suplicantes padres… Hasta que todo se detuvo, de golpe, como había empezado y me descubrí masticando uvas, rodeado de mi familia y amigos, que me deseaban un feliz año 2014.

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