PREMIO DE CONSOLACIÓN
Mi disfraz causó sensación. Refuerza
mi teoría que nadie se “fijara” en mí, que la televisión no me entrevistara, que
ni agua me ofrecieran tras finalizar la carrera, aunque la pedí por favor. Sin
duda, la envidia torturaba al resto de fatigados participantes, organización
incluida. ¡Ay de ellos si hubieran sido tan originales como yo! ¡Ay de ellos
que me ignoraban como si fuera un trozo de nada! La forma descarada que tenían
de ofrecerme su chorreante espalda, de intentar que me sintiera inexistente, de
hacerme el vacío como si fuésemos chiquillos en el patio del colegio en vez de
personas corriendo al latir de un corazón, contribuía a llenarme de orgullo. Aún
así, los perdono. La ética deportiva me lo exige, mi corazón me lo manda; sería
injusto no hacerlo porque, ¿quién no ha deseado disfrazarse de hombre
invisible?
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La organización de la carrera San Silvestre de Salamanca ha tenido a bien hacerle una mención especial a mi relato. Es un placer tremendo. Se presentaban 250. Os invito a pasaros y a leer, en especial, los relatos con mención especial. Creo que, al igual que el mío, no se ajusta del todo al tema, pero son muy buenos.
Enhorabuena Javier, me gustó mucho cuando lo leí,muy de tu estilo, sí!!!!. Todos hemos deseado ser invisible muchas veces, ¿pero para ir a una carrera?? Ja ja, lo dicho me alegra ver un nombre conocido en la lista.
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